La importancia de los datos climáticos: conocer para tomar decisiones

Los datos climáticos se han convertido en un valioso recurso. Pero en muchos países no hay registros suficientes. Y en caso de haberlos, muchas veces no son fiables. Esta carencia limita la capacidad para hacer proyecciones y definir estrategias que permitan adaptarse frente al cambio climático. Como afirma Petteri Taalas, Secretario General de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), «si pones basura en los modelos de predicción, obtendrás basura».

¿Cómo poner remedio a esta situación?

De datos meteorológicos a datos climáticos

La respuesta a la pregunta anterior es relativamente sencilla: aumentando la inversión en sistemas de observación meteorológica. Cuantos más, mejor. 

¿Por qué mencionamos la meteorología cuando el objeto de nuestro artículo es poner en valor los datos climáticos? Porque la meteorología es una ciencia auxiliar de la climatología. Así y mediante la recopilación de variables tales como temperatura, precipitación, etc., durante un período largo de tiempo (mínimo, 30 años), las ciencias climáticas puede caracterizar el clima de una zona.

La serie Vielha, por ejemplo, abarca datos de temperaturas medias máximas y mínimas desde 1950. Su representación gráfica permite observar cierta tendencia al alza, especialmente a partir de los años 80 del siglo pasado, en concordancia con el progresivo calentamiento global.

De igual modo, si allá por 1992 hubiéramos colocado una de nuestras estaciones meteorológicas automáticas Smarty Meteo en las faldas del pico Aneto, los datos reflejarían parte del progresivo aumento de temperatura que está experimentando la cordillera pirenaica.

La transformación de los datos del tiempo en datos climáticos

Una vez que hemos visto que las observaciones meteorológicas a lo largo del tiempo son fundamentales para obtener productos climáticos, vamos a explicar brevemente el proceso de validación que evita hacer proyecciones climáticas con «basura».

Las etapas que describimos a continuación son las que lleva a cabo la National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA) en EE.UU. No obstante, estos procedimientos están más o menos estandarizados a lo largo y ancho del mundo. En el caso de España, por ejemplo, una de las normas de aplicación es la UNE 500540:2004 que fija 7 niveles de validación (1).

Los datos, especialmente los recogidos mediante proyectos de ciencia ciudadana como Cooperative Observer Program (Coop), impulsado por el Servicio Meteorológico Nacional de EE.UU. y que se inició en 1890, pasan por las siguientes fases:

  • Control de calidad inmediatamente posterior a la captura para visualizar posibles desviaciones que requieran comprobar los instrumentos de medición.
  • Envío de los datos en bruto al Centro Nacional de Información Medioambiental (NCEI) de la NOAA, donde se someten a otra comprobación más exhaustiva en busca de picos, valores atípicos o planos, etc.
  • Comprobación de la coherencia de los datos meteorológicos en una región. En caso de encontrar inconsistencias, los datos se etiquetan como erróneos o se excluyen, pero nunca se cambian o se editan salvo que sean resultados de errores de transcripción.
  • Procesamiento de los datos mediante el cálculo de los valores medios o la suma de las mediciones.

¿Qué implica carecer de datos climáticos o información fiable?

La carencia de datos climáticos, la información poco fiable y la falta de digitalización de muchos registros dificultan la creación de modelos climáticos y proyecciones de escenarios. Y, por consiguiente, la toma de decisiones sobre qué hacer en las zonas que, desde un punto de vista de probabilidades, presentan mayor riesgo de sufrir olas de calor, inundaciones, sequías, etc.

Es una situación que adquiere tintes preocupantes en áreas como el altiplano andino, donde las frecuentes sequías siembran la incertidumbre de las comunidades locales.

Pero se trata de una tesitura común a la mayor parte de países de ingresos medios y bajos. Gran parte de África, por ejemplo, con una densidad de estaciones meteorológicas muy por debajo de lo recomendado, también sufre las consecuencias de la falta de estaciones meteorológicas e infraestructuras tecnológicas.

El resultado, la imposibilidad para pronósticar el impacto de los fenómenos meteorológicos, un problema que deja a la población a merced del embate de ciclones, huracanes, etc.

Conclusión

Comenzábamos este artículo haciendo referencia a la falta de inversión. Pero paliar las carencias de datos climáticos también pasa por reforzar la transferencia de tecnología, establecer colaboraciones público-privadas, intercambiar información y procurar acceso a las bases de datos existentes.

Proyectos como el anunciado por la Organización Meteorológica Mundial para extender los sistemas de alerta temprana a todo el planeta en el plazo de 5 años puede que contribuyan a mitigar la situación.

Pero este tipo de iniciativas, como los viajes de mil millas, también comienzan con un primer paso. Por poner un ejemplo, el despliegue de sistemas de monitorización como los que te ofrecemos desde Arantec. Considéralo desde este punto de vista: las soluciones que implementes hoy permitirán salvar vidas en unos 30 años.

Fuentes consultadas:

 

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